👉 Te levantas con el vientre pesado. Tu ropa te aprieta más de lo normal. Cada bocado es una ruleta rusa: ¿te sentirás bien o pasarás el día con hinchazón y cansancio?
👉 Tu energía está por los suelos. No importa cuánto duermas, siempre estás sin energía. Tu cabeza no está clara, tu estado de ánimo fluctúa y cada día es un gran esfuerzo para mantenerte funcional.
👉 Cada comida es una apuesta peligrosa. Comes con miedo, esperando a ver si esta vez tendrás gases, dolor, ardor o sentirás esa molesta pesadez que te deja fuera de juego.
👉 Tu mente no rinde como antes. La famosa "niebla mental" no te deja concentrarte, y los bajones de ánimo son cada vez más frecuentes.
Y aquí es donde muchos se quedan atrapados…
🚨 Te llenan la cabeza de prohibiciones. Que elimines medio supermercado, que si el gluten, que si los lácteos, que si los carbohidratos… al final no sabes qué puedes comer sin miedo.
🚨 Te hacen creer que para sentirte bien tienes que renunciar al disfrute de comer. Que te despidas del pan, de los postres, de salir a comer sin ansiedad. Como si la única forma de mejorar fuera vivir con una lista interminable de alimentos prohibidos.
🚨 Y sin darte cuenta, terminas con una relación rota con la comida. Pasas de un extremo al otro: de restringirte a comer con culpa, de obsesionarte con cada ingrediente a no saber disfrutar sin miedo. Y lo peor es que esto no solo no te ayuda, sino que puede acabar generando más problemas de los que intentabas solucionar.
Pero la solución NO es prohibir alimentos.
Es aprender a usar la comida a tu favor.
Saber cómo combinar los alimentos para que tu digestión vaya bien.
Tener los recursos para adaptar lo que comes a cómo te sientes cada día.
Entender qué te sienta bien y cómo ajustar tus platos sin reglas restrictivas.
❌ SIN DIETAS. SIN PROHIBICIONES EXTREMAS. SIN COMPLICARTE LA VIDA.
Porque mejorar tu digestión no es renunciar a comer bien, sino saber hacerlo de forma inteligente y sin miedo.